"Camino de vuelta" no es, en el sentido proustiano, solo una
búsqueda del tiempo perdido como una inmersión en la memoria para encontrar
explicaciones del “por qué” de lo sucedido, o la razón del presente —aunque
también—, sino, principalmente, el compromiso de la redención de la culpa y de
la transgresión a través de la enmienda del pasado, de la eliminación de lo que
nunca debió de haber sucedido y del rescate a toda costa. La consecuencia es la
necesidad de una historia nueva, de otra imagen. Este es el inicio de la
novela. La primera frase y las primeras páginas de la nueva novela de Bárbara
Fernández no dejan margen a la duda y sitúan al lector de manera inmediata en la
intención de la trama —la razón de querer aparecer distinta—, aunque tenga que
esperar hasta sumergirse en el núcleo.
La inmersión en lo sucedido es
el discurso lineal de una de las protagonistas. La ruptura es el propósito de
la otra. En Patricia, personaje principal de la obra, confluye la idea de
responsabilidad como conciencia de un orden perturbado y el sentimiento de
culpa como autora y cómplice del trastorno que la conducen a intentar un camino
nuevo y necesario. Patricia se siente culpable del camino equivocado que ha
tomado Ariadna, la otra protagonista.
Esta es la que subraya en todo momento el error y sus consecuencias desde un
sentimiento de una autoestima en quiebra. La primera opone una visión optimista
de la vida, conforme con una concepción antropológica luminosa y alegre, muy
característica de la obra de Bárbara Fernández, por la que se es capaz de
conseguir casi todo a base de obstinación y trabajo y donde el amor también
forma parte del orden. No se puede purgar el pasado, sí cabe torcer las
consecuencias para que todo vuelva a su cauce normal.
Más que un “Camino de vuelta”
es un volver a empezar. No puede ser de otra manera si uno conoce las obras de
Bárbara Fernández Esteban. Sus personajes femeninos suelen estar muy perfilados desde el punto de vista
psicológico. Casi todos están dotados de una autoestima contundente en la que
no tiene influencia la ansiedad, la inseguridad o el miedo, pero sí la ironía.
Los que no, es porque son puro contraste. Nuestra autora escribe con trazo
claro, negro sobre blanco con preferencia al matiz de los grises; luz y
oscuridad por encima de auroras y ocasos indefinidos. El tratamiento que hace
de los personajes masculinos es menos solemne, más impresionista. No le importa
tanto ahondar en su estudio psicológico, sino más bien en los propósitos, desde
el comportamiento, interesada más por la ética, sin caer, por supuesto en
planteamientos maniqueos.
La novela toca el tema de las
sectas perniciosas, como serpientes que prometen el paraíso para acabar en el peor
de los infiernos. Cantos de sirena con la finalidad de cambiar de barco y de rumbo
como única solución para superar el mareo y la desazón de aquellos que lo
sufren, terminando en la sentina, amarrados de pies y manos, sin libertad y sin
una vida digna. Salvadores falsos que se aprovechan de la debilidad, de la
enfermedad, de la baja autoestima en su propio beneficio o como sustento de su
propia inseguridad. Sus personajes plantean en esta novela una denuncia de este
tipo de conductas a los que la justicia, ante la impotencia de las víctimas y
el filibusterismo de falsos profetas, debe de poner límites.
“Camino de vuelta” es una novela que se lee con facilidad y atrapa
al lector por el lado de la emoción y le obliga a tomar partido. Su lenguaje es
claro y sin afectación, centrado en lo esencial, tan característico de esta
escritora.
Publicada su primera edición
por La Fábrica de libros en marzo de 2016, tiene una portada sobria y un texto
con una letra muy legible, que, sin duda, agradecerán muchos de sus lectores
mientras la leen atrapados en ella hasta la última página. Una novela excelente
para un buen fin de semana.
©Preludio. Mayo/2016.
Muchas Gracias!!!
ResponderEliminarReseña hecha con notas musicales y pincel...Arte. Me encanta.
ResponderEliminarUn beso mi Buen Maestro.
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